15 de septiembre de 2013

La represión como ideología

“Para ser granadero o para pertenecer a una de las nutridísimas fuerzas represivas del país, se necesita básicamente un grave resentimiento social no formulado de modo coherente o racional, una capacidad subfreudiana de vengarse despiadadamente en todo ser concreto de la injusticia del mundo y un código moral reducido al voraz acatamiento de las órdenes. Decir que los granaderos o que la policía antimotines se comportaron con barbarie es proferir un pleonasmo. El oficio, el sentido mismo de su acción es la represión límite. Desde el principio han funcionado como un Monstruo de Frankestein legalizado, el inconsciente liberado del Principio de Autoridad. Sin demasiada retórica, es posible afirmar que un granadero resulta la imagen desnuda de ese Principio en el instante en que se libera del peso muerto de su muerto respeto por la Constitución y de su vana palabrería humanitaroide. De allí que ni la policía ni los granaderos ni ninguno de los numerosos cuerpos que han intervenido en estos días, resulten otra cosa que meros instrumentos mecánicos. Desde que se asumió la decisión de utilizarlos se decidió el tono de la represión: brutal y desmedida. Porque esas virtudes que tanto han demandado los profesionales de la cordura, esa ponderación y ese juicio severo y esa proclividad al ensimismamiento reflexivo, no forman parte que se sepa de las posibilidades humanas de los cuerpos represivos [...] Lo objetivo, lo que se desprende de la saña y el rencor con que policías y granaderos vengaban su falta de oportunidades en la vida, con que policías y granaderos y agentes justificaban el buen juicio de sus empleadores que saben hasta qué punto el resentimiento elemental jamás podrá entender de solidaridad o de nobleza; lo que se desprende de la furia y el estrépito con que se decidió afirmar públicamente el absoluto monopolio de las calles de México, es la vieja noción de siempre: en este país nadie sino el Poder tiene voz, tiene movimiento y tiene ideas políticas. Poder es monopolio: si hay afirmaciones democráticas se harán a partir de la Cámara de Diputados; los pronunciamientos revolucionarios son sinónimo de decretos oficiales”

Carlos Monsiváis, 21 de agosto de 1968


Represión a un fotógrafo por parte de las policía mexicana el viernes 13 de septiembre de 2013, durante el desalojo del Zócalo capitalino.

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