15 de diciembre de 2009
Costos demoníacos
No dejar de escuchar los demonios interiores, ya no como alicientes sino como previsoras alertas. Es decir: andar con cautela. Cuando Sócrates se refería a algún demonio (daemon) no hablaba desde la tradición judeocristiana tan concentrada en la culpa. Se refería a aquella suerte de voces interiores que constituían intermediaciones entre los hombres y los dioses. En cualquier caso podían asumirse como advertencias frente a los posibles actos que nos alejasen del bien, de la virtud. “Difícil es luchar contra el deseo, lo que éste quiere el hombre lo paga con el alma”, escribió Heráclito. No me queda duda de que, a pesar de los aprendizajes, el costo es carísimo y la rehabilitación demasiado larga.
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