26 de noviembre de 2014
El cambio no está en el aislamiento
En circunstancias de crisis social, apelar a la solución individual
oculta una ideología conservadora que busca, además de desmovilizar y
despolitizar, cancelar la diferencia. Por eso no me sorprende que en ámbitos de búsqueda espiritual y sobre todo
de desarrollo personal aparezcan este tipo de argumentos (que el cambio sólo debe quedarse en un asunto interior o personal). En parte
porque algunas de estas líneas tienen como sustento la premisa de
concebir la realidad sobre
la base del yo, de modo que su objetivo no es la construcción de
autonomía para lidiar con (y problematizar el) mundo, sino la adecuación
del mundo interior con el exterior. Además, la ideología voluntarista
que hay detrás de ellas (estoy generalizando, por supuesto) también
impide pensar la realidad en términos más sistémicos y complejos. No sé
si esto pasa porque se adaptan a formas de cultura política muy
conservadoras o porque operan, en la mayoría de las ocasiones, en
estratos sociales más altos que tienden a ser menos proclives a
perspectivas disidentes de ver la realidad y más propensas a reproducir
formas de alienación de todo tipo. En cualquier caso,
esas búsquedas interiores (en tanto ponen en contacto con el mundo
emocional) deberían estar proyectadas hacia el encuentro de diversas
singularidades y hacia el contacto con la comunidad propia o ajena.
Quizá las que trivializan o reducen la experiencia a formas del
hedonismo y el sentimentalismo, y no se abren a otras formas de
percibir, por ejemplo, el dolor ajeno, son las que operan en un sentido injustificable: trivializando la realidad y negando formas alternas de
pensar la transformación y el cambio.
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